martes, 13 de abril de 2010

Mendez Alvaro


El autobús comienza a andar y conforme sus ruedas avanzan mis piernas se tambalean.
Igual que si se tratase de una carrera, mi corazón se acelera queriendo ganar al motor que empieza a sonar.
Te vas...
Irremediablemente, te vas...
Un nudo se ha plantado en mi garganta. Mis sueños se largan en un autobús que, irónicamente, lleva los colores de mi vida.
Dos serpientes, la roja, la negra.
Dos serpientes.
Como tu autobús, el que ahora me ruge para que no se me ocurra acercarme.
El nudo instalado en mi garganta digievoluciona cual Pokemon a un caudal de agua en mis ojos.
Lloro.
Tu cara en el cristal, con una sonrisa de esas de anuncio de Signal como cantaba Mecano, me mira serena intentando poner en mi una tranquilidad que sabe que no encontraré en días.
El autobus arranca y se pone en marcha...
En ese momento te hubiera dicho tantas cosas... Pero los modernos autobuses de hoy en día ya se encargan de insonorizar a sus pasajeros.
Por primera vez en muchos meses lloro como una niña pequeña, acurrucada en el hombro de uno de mis mejores amigos.
Lloro y cada lágrima, recorre mi cara y las odio porque se llevan las huellas que tu dejaste en ella.
Me quedo con cara de lela mirando el bus irse ¿Ahora que?
El amigo se encarga del carro de mi hijo, porque a mi me cuesta darle ordenes a mis piernas de andar como para tener que empujar de algo a la vez también. No... hoy no está el horno para bollos, mejor solo ando. O lo intento...
Entrar a la estación supone desaparecer, me siento pequeña ante un mundo lleno de desconocidos. No entiendo porque tu mano ha desaparecido y porque un maldito autobús te ha vuelto a separar de mi.
Como si de una venganza premeditada se tratase, en los altavoces de la estación anuncian una llegada de Valencia y me sonrio al descubrirme soñando con que tu autobús hubiera dado la vuelta.
Me fuerzo a andar, andar, andar. Afortunadamente es un acto reflejo.
Ahora la vuelta a casa...
El amigo, en un intento de que lleguemos antes, me lleva por otro camino totalmente distinto. Que agradezco descubrir, al menos los recuerdos de hace unas horas contigo en el tren no me martillearan.
¿Donde estás?
En el bus camino a casa suena "Es importante" y en mi cabeza se mete la idea de "Conspiración divina para tocar las narices a Dana". Dos lágrimas compiten por llegar en primer puesto a mi barbilla.
Nos bajamos del bus y el Vacío. Ese Vacío que luchan por explicar los científicos con miles de formulas ilegibles se ha instalado en mi casa, que teñida de gris, me recuerda, que el autobús negro y rojo te lleva camino a tu tierra. Lejos. Cerca.
Cuando reconozco el nombre de Raquel en el "Akej" pronunciado en la lengua de trapo de mi hijo, confirmo mi teoría de la conspiración olimpica.
Cansada, me acuesto y un sueño me saca de mi estado onírico...
Tu voz, de nuevo en mi oido.
Tus manos de nuevo acariciandome.
Tus palabras recorriendo mi cuerpo, sin reproches, ni dudas.
El miedo desaparece, la sonrisa ejerce su derecho a ocupar mi boca.
"Amor, volveré y no me iré" dices mientras visualizo dos serpientes, una negra y otra roja deslizandose por mi mente.
Y suena tan bien que de repente el mundo cobra sentido de nuevo.
Escribes como uno de tus geniales relatos, un siguiente capitulo para nuestro cuento de hadas.
Y yo quiero seguir siendo la protagonista, asi que aqui me tienes, entre tus páginas

P.D Amor, vuelve pronto :)

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