domingo, 20 de junio de 2010

Como una ola...

Me senté en el sillón esperando a que terminaras lo que tenías que hacer...
Una ola, intentó arrancarte de mis brazos.
Una ola que no daba miedo, que era suave y limpia, que venía disfrazada de agua limpia y de tranquilidad.
Una ola que no me ha dejado volar esta mañana pero que no va a impedirme soñar, una ola que se piensa más grande que cualquiera de nuestros amaneceres y que ni siquiera llega a ser uno de esos miles de minutos en los que nos miramos.
No habrá NADA que me separe de tu abrazo. No habrá misterio, ni orden, ni desorden que se atreva a separar lo que es inseparable.
Me opongo a lo ilógico de tenerte lejos de mi piel más de 3 cm.

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