domingo, 10 de julio de 2011

Explotamos...
Ayer te hablaba de explotar y me has enseñado una vez más, una de esas lecciones de vida que tu solamente eres capaz de darme. Escondida en una de tus pestañas al parpadear. 
Ayer al acostarnos las cosas habían cambiado y yo deseaba ser tuya. No de la forma de siempre que no digo que no este bien, pero esta vez sin arrobas que alteraran el genero y el sentido de un polvazo perfecto y digno de historia. Me recosté sobre la cama y te susurre alguna cosa pervertida al oido que te puso a mil. De repente todo mi cuerpo era como una orquesta de placer que respondía a tus manos de directora. Y me sentí pequeña e indefensa. Perder el control era algo a lo que no estoy acostumbrada pero a lo que es fácil acostumbrarse si estoy bajo tu mando. Y lo hice, vaya que si lo perdí. 
Ayer, cuando estaba a punto de tocar el cielo bajo tus brazos entendí lo que significaba aquello y pequeña y sumisa me puse a llorar hundida en tu cuerpo, atrapada en tus caderas, a la luz de tus ojos y de mis piernas abiertas. Entendiendo lo mucho que hay entre las dos y lo estupidas que somos a veces.
Terminé eso si, como siempre. Con el deseo contenido mirandote y devorandote por la mañana. Mientras el sol salía por el este marcando Hellas, tu traías el fuego y el sur a mi cama. De nuevo era yo quien dirigía la orquesta de nuestros cuerpos amandose pero esta vez conocía la sensación de dejarse llevar por el maestro de la sala y ser solamente sentimiento y pasión sin control propio. El agua lo ponían nuestras gargantas contenidas y la tierra los miles de cantos rodados que eran testigos mudos ( o no ) de una noche digna de permanecer en nuestras memorias hasta el fin de nuestras vidas. Y más allá.
Gracias :)


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