domingo, 25 de diciembre de 2011

El aire temblado llena de tibio amanecer tus despertares, los mios también que dichosa yo, me levanto cada día a tu costado, sacrificando dias que me reconcilian con un mundo que hace mucho tiempo di por perdido. Tu, tan pequeña eres la razón de querer ser grande, donde reposa mi alma para tomar fuerzas. Tu, mi pequeña, tu.
Cuanto te ha costado saberte dueña de la cama en la que ahora reinas, cuanto tiempo ha pasado para encajar las piezas de un puzzle que ya sabíamos montar. Y de nuevo me sorprendo aqui, abriendo la caja donde guardamos los sueños con la misma sonrisa pícara de hace unos años. Me muerdo la lengua para no contarte lo que viene y que te cojan las sorpresas en la próxima esquina mientras son tus curvas las que despisten mi cordura. Me columpio en tu perfecta nariz, aterrizando en tus labios y aún no se con quien firmé algún pacto tan bueno para que seas tu quien me acompaña cada amanecer.
Ya terminó la pesadilla y ahora sabemos lo que pasaba. Solo queda permitirte soñar de nuevo con un futuro que nos enseñe a remendar almas. Traspasar la puerta que nos aleje del miedo, mantener la sonrisa cuando vengas las tormentas que intenten derribarnos. Ya casi son dos años preguntandome que he hecho para merecerme una sola de tus miradas y tu me has dado la respuesta esta mañana sin artícular ni una sola palabra.
Como siempre...

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